Mariano Rajoy gana tiempo en una jugada maquiavélica que deja a Pedro Sánchez a la intemperie

By at enero 23, 2016 | 10:32 am | Print

 

La maniobra del presidente altera el calendario y traslada la presión al Partido Socialista

Mariano Rajoy gana tiempo en una jugada maquiavélica que deja a Pedro Sánchez a la intemperie

La táctica lo invade todo y la próxima reunión del comité federal del PSOE, órgano que debe autorizar la política de pactos, puede ser un Vietnam

Periodista Digital, 23 de enero de 2016 a las 09:06

Sánchez encajó el envite con ironía -«he ido a reunirme con el Rey y salgo con los ministros nombrados»-, pero la procesión iba por dentro en casa de los socialistas

«Finta de la Moncloa. Envite de Podemos. Sorpresa general. Máxima incertidumbre en Madrid».

Asi, de forma directa y somera, describe Enric Juliana en ‘La Vanguardia’ lo ocurrido este 22 de enero en el escenario político español.

Mariano Rajoy rehúsa en el último minuto el primer encargo del Rey y traspasa la gestión de la crisis política al secretario general del PSOE, a su vez presionado por Podemos, que acepta su oferta de pacto, doblando la apuesta: gobierno de coalición con vicepresidencia para Pablo Iglesias.

La España lineal y previsible está quedando atrás. La táctica lo invade todo y la próxima reunión del comité federal del PSOE, órgano que debe autorizar la política de pactos, puede ser un Vietnam. La cita es el día 30 de enero.

La retirada táctica ha estado en mente del estado mayor de los conservadores a lo largo de toda la semana. Las informaciones que hace unos días apuntaban la posibilidad de que el Rey no diese el encargo a Rajoy por falta de números claros fueron conjugadas desde la calle Génova de Madrid con el verbo temer. «Tememos que el Rey no nos dé el encargo».

Felipe VI captó el mensaje el jueves por la mañana y le dijo al diputado Joan Baldoví, de la coalición valencianista Compromís, que pensaba seguir «el orden natural» y proponer a Mariano Rajoy, si este mantenía su candidatura. Baldoví, exalcalde de Sueca, ciudad natal de Joan Fuster, explicó con diligencia lo que el Jefe del Estado le había dicho.

Pocas horas después, el Partido Popular aparcaba sus «temores» y el propio Mariano Rajoy confirmaba su candidatura. El «orden natural» de las cosas volvía a estar en su sitio.

El Rey había optado por la prudencia, pese a que la Constitución le ofrece, en el actual trance, un margen de interpretación de la coyuntura política. Si los números no están claros, nada le obliga a señalar un candidato.

El Rey ha sido prudente. Si el PP deseaba demorar el encargo por razones tácticas, la iniciativa debía tomarla el presidente del Gobierno en funciones. Y eso fue exactamente lo que ocurrió anoche, después de una jornada de notable voltaje.

Por la mañana activó el compresor Pablo Iglesias. Después de reunirse por primera vez con el Jefe del Estado, el partisano Iglesias compareció ante la prensa arropado por notables de su partido -en el grupo de apoyo figuraba el teniente general Julio Rodríguez, ex jefe del Estado Mayor de la Defensa- para ofertar un pacto al PSOE, más allá del esquema ensayado en Portugal.

En Lisboa se ha constituido un gobierno monocolor socialista, con apoyo parlamentario del Bloque de Izquierdas (grupo análogo a Podemos) y el viejo Partido Comunista. Podemos propone un gobierno de coalición presidido por Pedro Sánchez, con Pablo Iglesias en la vicepresidencia.

Un gobierno tripartito integrado por el PSOE, Podemos e Izquierda Unida, con el necesario apoyo parlamentario del Partido Nacionalista Vasco, o de los soberanistas catalanes.

Un Gobierno -dijo Iglesias- que debería contar, entre otras novedades, con un Ministerio de la Plurinacionalidad. Una propuesta arriesgada y desafiante. Iglesias volvió a preguntarse públicamente si Sánchez tenía autoridad suficiente en su partido para avanzar por la senda del pacto de izquierdas.

Sánchez encajó el envite con ironía -«he ido a reunirme con el Rey y salgo con los ministros nombrados»-, pero la procesión iba por dentro en casa de los socialistas.

El exsecretario general Pérez Rubalcaba no pudo reprimir su indignación en una nota en Facebook:

«Es la primera vez que oigo en mi vida ofrecer un acuerdo de gobierno insultando gravemente al partido con el que quieres acordar».

El comité federal del día 30 será un Vietnam.

Por la noche, Rajoy aceleraba más el compresor con su renuncia táctica. Pelota para Sánchez. El PSOE queda obligado a explorar la negociación con Podemos, con fuertes presiones internas y externas para que ese pacto no se materialice. El secretario general Sánchez vuelve a estar en peligro.

Y la interinidad se dilata. El cronómetro de los dos meses que podrían conducir a la repetición de elecciones no se pondrá en marcha hasta después de la primera sesión de investidura. Estamos en tiempo muerto, con posibles víctimas.

 

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